Lecturas para Laura

Cuartetas para cuatro cuartetos
(un preludio y una coda)

Para Laura pequeña, este jardín
con flores del tiempo, para que lo lea
al oreo intemporal que aspira siempre la poesía.

Preludio

En el jardín de Laura

SILBOS de luz conmovían

azul y blanca la adelfa:
al libro, Laura, del viento,

en el sopor de la siesta,
guirnaldas de tu vergel
un alma animan despierta.

Páginas agita y versos
del jardín predilecta
entre la brisa la flor
que pétalos hizo poemas.

Seguir leyendo Lecturas para Laura

El tranvía

El tranvía

Autor: Enrique Villar Yebra

Villar Yebra nos dejó para nuestra memoria, aquella Plaza Real por la que pasaba el tranvía —amarillos y azules en ese vértigo de la luz que nos emparenta con los recuerdos— y por la que pasaba la vida de la ciudad dejando su huella en las estampas, en las fotografías y en los libros, como una película en celuloide añejo a la que hemos añadido color fotograma a fotograma, y ahora, ya luminosa, se nos antoja tan distinta de lo que acaso fue. Pero ocurre que el arte y la literatura no son meros instrumentos de recreación de la realidad. A menudo nos aportan realidades nuevas. Y otras veces apenas llegan a sugerirnos siquiera la dura realidad que nos circunda.

Esta lluvia que pasa

LLUEVE sobre los hombres que pasan y caminan,
que se cruzan sencillos bajo el perfil del agua
que cala mansa y lenta,
estremecida,
que se esponja en las tierras como un maná divino,
que corre la azacaya y se expande en la sombra
limpiando los husillos
que fueron cráter yermo del último verano.

Llueve sobre los hombres
que soportan el peso de existir y mirarse,
de sentirse perdidos en medio de la lluvia
que cae y los hermana,
y los une y protege y hace que abran
paraguas que en la noche
se perfilan en luces —y en sombras que la vida…—
les ofrece en el centro de esta tierra inclemente,
Puerta Real de Granada,
retazo de esa historia que la vida desvela
en el tierno contraste de la lluvia que pasa
que empapa y que perdura.

**Arcadio Ortega

Seguir leyendo Esta lluvia que pasa

¡Agua!

Es el 13 de septiembre de 1951. Antonio Lozano, sin saber que va a morir dentro de unas horas, se arregla apresuradamente, nervioso, besa a sus hijos y sale por la puerta. En sus manos lleva un viejo cuaderno de tapas duras, marrón.
Es el 13 de septiembre de 2009. Antonio Lozano hijo, sin saber que su vida estará a punto de cambiar dentro de unas horas, se arregla sin prisas, dejándose llevar por la zozobra. Besa sus hijos y sale por la puerta. Es sus manos lleva el mismo ramo de flores que cada año, multicolor.

Antonio Lozano había sido siempre un hombre discreto. Decían que no se interesaba por la política, que amaba a su mujer y que el mejor regalo que le trajo el mundo eran sus hijos. Tenía una profesión humilde, impresor, a la que se dedicaba en cuerpo y alma. Si hubiese alguien capaz de hablar mal de él, podría haber dicho que pasaba demasiado tiempo allí dentro cuando podía haber estado junto a su familia. Pero nadie era capaz de decir algo malo sobre él.

Seguir leyendo ¡Agua!

En una mañana de un libro que aún no he leído

Puerta Real. Una día cualquiera de la Feria del Libro. Primavera de 2009.

—»¿Qué?¿Cómo andamos hoy?¿Y esas piernas?»
Se acerca a mí desde el fondo del local al tiempo que se arremanga y saca la libretilla gastada y el bolígrafo del mandil, e intercambiamos una mirada cómplice.

— «Lo mismo de siempre», le digo manteniendo la sonrisa.

En la mesa de al lado se sienta Manolo, como cada día, desde hace ya no sé cuantos años. O tal vez son semanas, que la edad se ha instalado en su cuerpo y ya no se la sacude ni con el bastón. Le gusta abrir el periódico con la paciencia infinita del que no tiene prisas por la vida, que ya la vida le ha dado de sobra y ahora es él quien le da las gracias por los días extra. Lee en voz baja, para sí mismo, y masculla entre dientes esos «deslices» que ya no es capaz de tolerar, a su edad. Con gesto pausado, se lleva el pulgar a la boca y se lo empapa para adherirse las hojas grises del Ideal. Seguir leyendo En una mañana de un libro que aún no he leído

La Feria

«Este año no iré a la Feria del Libro de Lisboa. Que no es como la de Frankfurt, o la de Guadalajara, en México, ni siquiera como la de Madrid, pero es la nuestra y está en un lugar bonito, donde antes había una colina y ahora menos, porque la furia urbanística ha reducido los relieves, pero aun así se ve el río al fondo, y hay una bella imagen de la ciudad pombalina, la que iba a ser moderna y racional y lo fue, basta pasear por ella para ver que la razón estuvo presente cuando se diseñó, aunque luego vinieran otros que prefirieron el obscurantismo a las luces y casi se la cargan.

Me dicen que hace buen tiempo y que la Feira este año está más animada, como si por ese mundo no se labraran cosas terribles, crisis, pobreza, depresión. Dicen que en épocas de crisis se lee más, y parece que los contables confirman esta afirmación. A mí me gusta pensar que en épocas de crisis la gente quiere saber porqué llegamos a esto y se acercan a los libros como si éstos fuesen fuentes de agua fresca y los lectores personas sedientas.

Seguir leyendo La Feria

La Puerta Real de España

«Ni puerta, ni real; sobran coches y motos pero queda un río secreto en sus entrañas y un granado medio asfixiado que grita en el centro pidiendo socorro.

Fue ayer la Puerta Real que se levantó para que por ella entrara Felipe IV en 1624, ese rey heredero del Imperio de los Austrias que por poco nos busca la ruina con tanta guerra. Del recuerdo que suena a guerras sólo queda más abajo la simpática Fuente de la Batallas.
Hoy es la “Puertarrás” de los granaínos, corazón de la ciudad, su centro comercial, mercadillo de monedas y sellos, mantas por los suelos, expositor de libros, altavoz de justas reivindicaciones y concentración de jubilados.
Cuando rastreo en mi memoria escenas en blanco y negro que se me grabaron con cierta nitidez, me encuentro con aquel desastre del pavimento por el reventón violento del río en el año 51, harto ya de ir bajo tierra. Fue como un vómito de protesta por su injusta prisión, por eso se armó de ramas, palos y agua y, gritando por las alcantarillas, se manifestó en pleno centro de la villa, donde mejor se hacía oír, como para que se enteraran todos.

Él quería lucir sus aguas y pasearse por el tontódromo como cualquier hijo de vecino, pero la ciudad no lo permitió; por eso, como al niño no deseado, ni lo lavó, ni le quitó los gatos, ni se atrevió a enseñarlo, tapándolo como cruelmente se hacía antes con los deformes. No conozco ciudad alguna que se avergüence de sus ríos; y aún ahora, hay noches que lo sueño bajando para encontrarse con su hermano Genil, limpias
sus aguas y aseado el cauce, en perfecto estado de revista, incoloro, inodoro, pero con sabor. Un sueño, claro.

Seguir leyendo La Puerta Real de España

Fuente de las Batallas

Autor: Ignacio Antonio
Autor: Ignacio Antonio

Tu Fuente de las Batallas, Ignacio, se me antoja un canto luminoso de amarillos, blancos y verdes, una suerte de triunfo del agua que emerge, estilizada, en el perfil de los árboles, que los imita buscando su misma forma erguida sobre el suelo, porque el agua, al contrario que la lluvia, sólo sabe deslizarse sobre un cauce, dejarse resbalar buscando la pendiente.

Libro de primavera

Me gusta la primavera porque es la estación de las flores y de los libros. Y porque me trae a la memoria mis primeros encuentros, aún niña, con ese mundo festivo y luminoso de la Feria del Libro.
Fue mi padre quien me acercó a ese mágico universo de las casetas alineadas en el bulevar. Aquellos barracones repletos de cuentos infantiles multicolores se me antojaban enormes naves fascinantes en las que se cobijaban todas las historias posibles.

Allí se ocultaban los grandes personajes de la literatura universal: gigantescos volúmenes de arte, en pasta dura —inmensos y pesados para mis brazos de chiquilla—; relatos de aventuras fantásticas, primorosamente ilustrados; leyendas indescifrables; narraciones extraordinarias; libros de artista; novelas de misterio; poemarios, historias de amor. El colorido de los libros se confundía con el colorido de las flores que adornaban los jardines. El olor intenso de los libros nuevos —“Novedades”, anunciaban en grandes caracteres— parecía, pues, consustancial a los aromas de la primavera. Los naranjos en flor, verdiblancos, de finales de abril, nos acompañaban en todo nuestro trayecto ferial enredando los olores de las páginas recién salidas de la imprenta con la flor del azahar. Mi padre hojeaba uno y otro libro deteniéndose en cada caseta, y yo lo seguía paso a paso, cautivada y temerosa, como si todos aquellos personajes de tantas historias pudieran convertirse, de pronto, en una realidad.
—Laura —me dijo mi padre— fíjate bien, todas estas casetas repletas de libros contienen tantas historias como quizá en toda nuestra vida nunca podríamos leer.

Y acaso desde niña, desde la primera vez que mi padre me llevó a la Feria del Libro, he albergado en mi interior la fantasía de poseer una Feria del Libro para mí: un ancho bulevar, flanqueado de naranjos y acacias, repleto de casetas llenas de cuentos y relatos. Por eso me he decidido a crear este blog que es como un pequeño habitáculo virtual, como una caseta de la Feria del Libro, en la que yo acomodo, a mi manera, relatos, poemas, dibujos, ensayos de escritores, periodistas, fotógrafos y artistas, unos conocidos, otros amigos. Seguir leyendo Libro de primavera

Estamos arrancando

Este será el Blog oficial de la Editorial Tleo. Estámos preparándolo y, en unos días estará listo.

Durante esta semana no habrá nuevos posts, pero a partir del 27 de Abril, comenzaremos a contar cómo es el día a día de una editorial, al tiempo que comentamos nuestras nuevas publicaciones y ofrecemos materiales exclusivos sobre nuestras publicaciones y autores.

Recuerda, mientras tanto, que puedes contactar con nosotros através del mail tleo@editorialtleo.com. Estaremos encantados de responderte y de solucionar cualquier duda.

Un saludo!

Blog oficial de la editorial Tleo