LLUEVE sobre los hombres que pasan y caminan,
que se cruzan sencillos bajo el perfil del agua
que cala mansa y lenta,
estremecida,
que se esponja en las tierras como un maná divino,
que corre la azacaya y se expande en la sombra
limpiando los husillos
que fueron cráter yermo del último verano.Llueve sobre los hombres
que soportan el peso de existir y mirarse,
de sentirse perdidos en medio de la lluvia
que cae y los hermana,
y los une y protege y hace que abran
paraguas que en la noche
se perfilan en luces —y en sombras que la vida…—
les ofrece en el centro de esta tierra inclemente,
Puerta Real de Granada,
retazo de esa historia que la vida desvela
en el tierno contraste de la lluvia que pasa
que empapa y que perdura.**Arcadio Ortega