La palabra y el número, como el ser humano que las produce, tienen afanes de duración y de mudanza.
Bien lo supo aquel niño, nacido bajo el quitasol celeste de las horas, que aprendió el garbo de la cifras viéndolas pintadas en la luna llena del reloj y les fue poniendo nombre mientras sus dedos acumulaban los sonidos de las campanas, o que, en las fachadas y sobre las puertas, señalaban casas, la de la abuela, las de las tías amables y los primos traviesos, la de la matrona, el cura, el practicante, el boticario…Transportado de su apacible vega a otro pueblo desparramado por una ladera, aprendió que en la piedra gustan de campear las palabras para contar y cantar, además de para designar plazas y calles, palabras escritas de muy diversas maneras, aquí incisas, ahí pintadas con negruras y brillos de carbón, allí goteadas de vidrio o verdecidas de bronce. Seguir leyendo Leer, contar y cantar
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Lugar de lectura

Hay un equilibrio en los ocres y en la luz. Hay, Arabesco, un silencio entre las páginas de ese libro ilustrado que forma parte consustancial del escritorio, de los estantes y de los demás libros que se ven debidamente desordenados. Y hay, Arabesco, armonía en los tonos, en la geometría y en los espacios. El mundo del libro ha sido abarcado, se diría, en esa fotografía que ha captado tu cámara. Y en ese universo se resume, acaso, toda la memoria y la palabra de que somos capaces los humanos.
Manifestante antisistema
Querida Laura:
Es frecuente opinar en una conversación informal con alegría y ligereza mientras tomamos una taza de café, bebemos una copa de vino o caminamos dando un paseo.
Es lo que habitualmente solemos hacer los españoles, tan amigos de la tertulia y de pontificar sobre todo lo divino y lo humano que nos rodea. Por el contrario, cuando alguien nos pide que pongamos por escrito una opinión concreta la verbalidad se restringe y las ideas y las palabras parecen no querer salir de nuestra mente. Tu solicitud es, sin embargo, tan seductora y el tema sobre el que me pides opinión escrita —el libro y la lectura— de tal interés que, a pesar de las limitaciones que acabo de señalar, no puedo negarte mi comentarioHe de decirte que juego con alguna ventaja y es que ya he opinado sobre el libro y la lectura en alguna que otra ocasión y que lo que voy a hacer ahora es actualizar, tan solo, mis reflexiones para poder contestar tu petición.
Verás, sostengo que, en nuestros días, el libro es el mayor y más útil agente antiglobalización que pueda darse y lo sostengo por dos motivos. En primer lugar porque el libro nos hace humanos, en segundo lugar porque nuestra relación con él nos pertenece de un modo total y absoluto. Un libro, cualquier libro, desde la “Iliada” de Homero hasta el último ensayo o poemario publicado es, en efecto, como ha afirmado Diego Gracia, una unidad de sentido, es decir una unidad capaz de simbolizar y transmitir valores. El libro, añade Diego Gracia, es por ello el instrumento en el que la cultura se condensa, se fija, se transmite y se entrega. Y como la cultura es propia del ser humano la conclusión es bien sencilla: el libro humaniza. Seguir leyendo Manifestante antisistema