Te leo, Laura, en tu blog.
No me conoces. Me llamo Álvaro.He seguido tu bitácora desde que la comenzaste. He leído los textos de tus amigos, y en muchas ocasiones he
estado tentado de escribirte, de participar espontáneamente en tu blog, como lo hago ahora, pues este cuaderno tuyo de internet me recuerda la costumbre que mi padre tenía de “responder” a cada libro, a cada lectura, cada vez que leía un libro en su biblioteca.Verás: él tenía el hábito de escribir un comentario de todos los libros que le gustaban, o que no le gustaban. Por eso, de casi todos los volúmenes que llenaban los anaqueles de los estantes de su inmensa biblioteca sobresa lía una cuartilla en la que podía leerse la opinión, o las notas, que él había escrito sobre aquellos volúmenes; ya fueran de ficción, de historia, de ensayo, o de poesía. Así, resultaba curioso el hecho de que de casi todos los libros sobresalía una hoja manuscrita, como si él interviniera, de esa forma, en las tramas, en los géneros y en los estilos que poblaban su biblioteca de historias, leyendas y versos. Seguir leyendo Una cuartilla en un libro