Archivo de la categoría: Tleo Laura en tu blog

Libros del solitario

Son objetos cotidianos y tranquilos en cuyo regazo se apacienta aún toda la sabiduría, toda la inquietud, todo el desastre y el triunfo de los hombres. Se percibe, en su olor y en su tacto, su calidad de testigos que pasan de un alma a otra, subrayada y multiplicada. En mi caso, son ellos, independientemente de su contenido, quienes retardan o apresuran el ritmo de la mañana y de la tarde.

Ellos son los pontífices: abaten, al abrirlos, sus puentes levadizos entre una y otra época, entre un país y otro, entre una y otra alma, y una y otra opinión. El lector necesita ser su cómplice; hundirse en ellos, colaborar con ellos, ofrecerse. A cambio recibirá lo mejor de otro ser: una compañía que no le habría proporcionado con su convivencia, por encima del espacio y del tiempo…
Algunos amigos se me unen y escoltan durante un largo trecho; consuelan mis decepciones; me hacen reír o sonreír; me contagian su impulso.

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Juego de Rol

Rosas, muchas rosas, pregonaban la primavera, como si la naturaleza tratara de hacerlo notorio, como si alguien tuviera la necesidad de gritarlo a los cuatro vientos.

Raúl advirtió, de pronto, que los rosales que poblaban la valla del campus habían brotado a borbotones, y casi se
podían oír los pétalos en ese trance de abrirse y hacerse notar altivamente. A Raúl la primavera se le antojaba tan
evidente que la percibía llena de músicas y de luces. Y vibraba con otro ánimo, como si su vida hubiera cambiado al advertir el tránsito de una estación a otra.

Había elegido Periodismo, pero podría haberse decidido por cualquier otra carrera. Sus padres le habían aconsejado que estudiara alguna ingeniería, económicas, empresariales, o periodismo. Optó por esta última porque pensaba que le resultaría más fácil. Pronto comprobó, sin embargo, que la ilusión por la universidad acabaría por convertirse también en una quimera, una más entre tantos sueños de adolescente. Seguir leyendo Juego de Rol

Signos de la noche

Cuando la noche es noche a la esperanza,
Sólo late el silencio
E.M.V.

Si margino la noche
para enredar silencios
por siderales lodos,
el silencio persiste
y se eleva latente
alcanzando vacíos
que laceran la mente;
y un lastre de tristeza,
redondo como un sueño
rendido en la cintura
de la impoluta noche,
fractura la esperanza.

Cuando la noche es noche
aborta los silencios
sin voces. Sin palabras,
en soledad perdidas,
pero grabadas siempre
porque el dolor retorna
o se queda escondido
donde nunca se olvida,
un extraño sonido,
como signo visible,
alcanza en la mañana
una luz de esperanza.

**Rafael Rodríguez Almodóvar

Otra vez los versos y la palabra. En tu poema, Rafael, el silencio parece aliarse con la noche, como ambos aspiraran a enmudecer los vocablos. Pero hay acaso algo de misterio en ese tráfago de metáforas en que el poeta echa cuentas del silencio y se ampara en la madrugada para reconocerse en soledad como en realidad estamos todos, tan solos en muchedumbre.

A Harold Bloom

Hay siempre algo muerto en lo escrito, algo como de sonrisa congelada, o esperanza nunca cumplida o llanto mudo que no termina o alegría restallante que estúpidamente persiste en su mueca absurda, algo como de fotografía, de instante grapado, de flash back interrumpido. Realmente los escritores son enemigos del tiempo, incansables canteros luchando contra una erosión inexorable. Todo empezó hace mucho y cabe preguntarse si algo ha cambiado, si las metáforas siguen siendo las mismas, si su entonación diversa ha diversificado su naturaleza, si las escribió realmente su autor o las escribimos al leerlas o al leerlas escribimos las nuestras o al escribir leemos las de siempre. Si la historia de lo escrito es la historia imposible de un solo instante que gira como una peonza obsesiva que interpreta siempre la misma historia y, seductora, nos evita transformarla. Seguir leyendo A Harold Bloom

Carrusel

**Enrique Bonet
**Enrique Bonet

En tu carrusel, Enrique, hay una danza de libros y colores vivos, como si las historias restallaran y los nombres sobresalieran, en relieve, en nuestra memoria. En tu tiovivo caben todos los relatos y los versos; caben todas las imágenes y grafías. Y giran, como un carrusel incansable, todos los nombres propios, los protagonistas, los personajes, los objetos, los paisajes.
Todo gira, incluso nuestras vidas, en esa suerte de libro aún no escrito en el que se atropellan, como una multitud, la realidad y la ficción de cada día.

Viajando por los libros

RECORRO galerías inauditas
como quien viaja al centro de un refugio
refractario a los ecos. Subterfugio,
pues perduran las voces y las citas

que la atención alerta me regala:
revelador acorde, confidentes
sombras entre las páginas flüentes
del río interminable que propala

la aventura imprevista y misteriosa.
Conversación feraz con los difuntos
testigos del pasado: los presuntos
cómplices de esta edad vertiginosa.

Libros intensos dejan tantos años
errantes sin afán: reclaman daños.
**José Gutiérrez

Dices, José, de la aventura imprevista y misteriosa, y en ese verso se resume, acaso, el gran secreto de la literatura, pues el misterio proclama lo oculto, lo venidero, pero también la emoción y la aventura.
En las páginas de un libro habrá versos o prosa, o imágenes, o dichos, o diálogos. Pero en ese lance ha de haber andanza, secreto, pasión, intriga…

Tiempo de lectura

Francisco Martín Morales
**Francisco Martín Morales

Apagar la televisión y buscar un libro en la estantería, Paco, sentarse y leer un rato, en silencio, es un ejercicio recomendable, y saludable, Tanto como caminar durante un par de horas cada día, o reír a carcajadas, o tomar fruta a media mañana. Deleitarse en la lectura es como saborear un buen plato, como embelesarse con la música, como sonreír ante tu dibujo, como sentirse cautivo de unos ojos

Manifestante antisistema

Querida Laura:
Es frecuente opinar en una conversación informal con alegría y ligereza mientras tomamos una taza de café, bebemos una copa de vino o caminamos dando un paseo.
Es lo que habitualmente solemos hacer los españoles, tan amigos de la tertulia y de pontificar sobre todo lo divino y lo humano que nos rodea. Por el contrario, cuando alguien nos pide que pongamos por escrito una opinión concreta la verbalidad se restringe y las ideas y las palabras parecen no querer salir de nuestra mente. Tu solicitud es, sin embargo, tan seductora y el tema sobre el que me pides opinión escrita —el libro y la lectura— de tal interés que, a pesar de las limitaciones que acabo de señalar, no puedo negarte mi comentario

He de decirte que juego con alguna ventaja y es que ya he opinado sobre el libro y la lectura en alguna que otra ocasión y que lo que voy a hacer ahora es actualizar, tan solo, mis reflexiones para poder contestar tu petición.

Verás, sostengo que, en nuestros días, el libro es el mayor y más útil agente antiglobalización que pueda darse y lo sostengo por dos motivos. En primer lugar porque el libro nos hace humanos, en segundo lugar porque nuestra relación con él nos pertenece de un modo total y absoluto. Un libro, cualquier libro, desde la “Iliada” de Homero hasta el último ensayo o poemario publicado es, en efecto, como ha afirmado Diego Gracia, una unidad de sentido, es decir una unidad capaz de simbolizar y transmitir valores. El libro, añade Diego Gracia, es por ello el instrumento en el que la cultura se condensa, se fija, se transmite y se entrega. Y como la cultura es propia del ser humano la conclusión es bien sencilla: el libro humaniza. Seguir leyendo Manifestante antisistema

Detrás de las palabras

¡Ah, si pudiese navegar por el espacio
que envuelve las palabras!
Giran
en el caos y forman nebulosas,
libros tal vez, o se alinean
simplemente, como los astros, dando
lugar a una sentencia, a un verso, a este verso
que se debate en la agonía
de encontrar un significado.
Giran
y giran, pero tienen
zonas oscuras a las que no llega
la mente que las ilumina.

¿Qué ocultan en la parte
que permanece en sombra? Nacen
de una explosión y escapan
de su desastre original y, solas,
se forman a sí mismas, sin más leyes
que las que rigen en su propia órbita.

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Más allá de la Historia y de la Ciencia

a la ceniza de Cristóbal Colón

¿Dónde, tu voz?, ¿dónde se halla tu acento?,
¿de oro el sitial que incansable buscaste,
el plus ultra, non, allende los mares,
la ansiada esperanza escrita en el viento?

Sí, ¿dónde, tu paz?, ¿qué, de tus secretos?;
de la mar océana, almirante
—de las Indias, señero, estandarte—,
navegante en la nao de un anhelo.

Cuando mi mano a estos, tus restos, toca:
ceniza, tú, podredumbre, miseria,
y mi pecho, tu palabra, invoca…,

consuelo para ti siempre quisiera,
y la oración que musite mi boca
traiga la paz que el buen Dios te conceda.

**Rafael Delgado Calvo-Flores Seguir leyendo Más allá de la Historia y de la Ciencia